Progresismo, Made in USA

Hoy, 4 de Agosto, cumple 47 años Barack Obama candidato a la presidencia de EEUU por el Partido Demócrata y previsiblemente el próximo presidente del país, el primer afroamericano. «Change. We can believe in«, con este eslogan por bandera afronta el senador por illionis el asalto a la Casa Blanca. Se ha erigido como la alternativa real a la administración Bush, estandarte de los valores mas modernos de la sociedad americana, líder del progresismo en América, un auténtico huracán de la izquierda política que arrasa con el antiguo modo de hacer política y arrastra a su paso a millones de personas que creen en el cambio, en la izquierda y en el progresismo. Pero… ¿qué hay de cierto en todo esto?

¿Es posible que en Estados Unidos, la punta de lanza del capitalismo, surja un líder de izquierdas de esta magnitud? La respuesta es clara: no. Un país donde el dinero abre puertas, da derechos y poder, en el que las teorías evolutivas son puestas en duda en las escuelas en pro del creacionismo, donde adquirir un arma es tan fácil como comprar el pan, con una insultante política exterior imperialista… Un país así no permitiría un auténtico líder progresista porque pondría en riesgo todos estos valores de la sociedad.

El Partido Republicano, por su parte, ha fracasado; ha sufrido en el poder al presidente mas impopular de la historia y ahora existe una oportunidad de cambio, que tiene que asumir con resignación. El mundo entero demanda cambio. Debido a la mala imagen exterior de Bush es necesario un lavado de cara en el gobierno del país, pero sin poner en entredicho los principios derechistas de la sociedad, hay que crear un producto que permita gobernar igual pero con otra careta, con una fachada simpática y ese producto tiene nombre: Barack Obama.

Obama ha sido concebido para vender, vender la idea de cambio y progresismo, aunque sea falsa. Para arrastrar a las masas, para ser la cara amable que gusta a todo el mundo. Ha sido comparado con otros líderes revolucionarios afroamericanos como Luther King, Malcolm X o Mohamed Ali. Pero no nos engañemos, es un producto. En Europa le consideran un líder de izquierdas que llevará el cambio al gobierno estadounidense, nada más lejos de la realidad.

Detrás de este falso estandarte progresista encontramos a un tipo que entre otras cosas: apoya la pena de muerte. Siendo la pena de muerte una lacra de la cual la sociedad americana debe deshacerse, el «ojo por ojo y diente por diente» es un valor completamente opuesto a la izquierda. McCain, candidato republicano, reclama y respalda el derecho de sus compatriotas a poseer armas de fuego, Obama hace lo propio y sorprendente y tristemente se alía con su adversario. Armas de fuego para todos, ¡viva el sentido común!

Ha declarado ante el «lobby» judío que Jerusalén debe ser la capital «invisible» de Israel, maltratando de esta forma la reivindicación histórica de los palestinos sobre esta ciudad. Apoya sin fisuras al opresor en el conflicto palestino, postura perfectamente atribuirle a un líder derechista. Siguiendo con los conflictos en Oriente Medio, hace unas semanas hizo unas preocupantes declaraciones en las que afirmaba que «haría todo lo posible» para evitar que Irán se hiciera con la bomba atómica. Una afirmación ambigua que deja abierta la puerta de la guerra contra este país. Afirmó, también, que iba a retirar las tropas de Irak y meses después «donde dije digo, digo Diego», ahora condiciona el fin de la guerra con las circunstancias de «seguridad» y «estabilidad» de la zona, recula en su postura y deja entrever que no piensa acabar con el conflicto iraquí.

Así las cosas, y quedando en evidencia la falta de progresismo de este personaje, la izquierda Europea le apoya; el PSOE, según declaraciones de sus dirigentes, le apoya y aún queda mucho ingenuo que realmente piensa que Obama es progresista y le apoya. Nos la han colado y nos lo hemos creído, es normal, EEUU está acostumbrado a vender y lo hace bien. Sólo queda la esperanza de que el giro brutal hacia la derecha en el que se ha embarcado el candidato demócrata tras ganar las primarias, sea una suerte de estrategia de cara a las presidenciales para arañar votos a los republicanos. Entre McCain y Obama, el demócrata es el «mal menor», pero no hay que olvidar que sigue siendo el mal.

Gonzalo Ballesteros.

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